No podía olvidar aquel día, ese momento tan incomodo al ver la cara del descarado que la seguía. Queta iba de camino al taller para recoger su coche, había pasado una noche muy incomoda y preocupante, no dejaba de pensar en su gata, Zula era la única compañía que tenia desde aquel trágico accidente donde su padre había fallecido. Ni si quiera Joaquin había pasado tanto tiempo con ella. Tenia mucho tiempo que Zula no aparecía, ya habían pasado varios días, era normal que se fuera a pasar las tardes saltando de techo en techo, pero, siempre regresaba antes de que oscureciera completamente.
Llego al taller y un señor la atendió.
- Buenas tardes señorita, ¿Viene a recoger su auto? - le pregunto mientras leía el papel que le entrego Queta. Pero ella no respondió, su mente aun estaba perdida pensado en donde podría estar su gata.
- Permitame unos minutos ya vuelvo con su auto - el señor tomo unas llaves que colgaban en uno de los miles de clavos que estaban clavados en la pared, se retiro dejando a la joven con su mirada perdida. Inconscientemente Queta voltio la mirada el reloj, eran las 10 en punto de la mañana. un claxon se escucho afuera de la habitación donde se encontraba, miro hacia la ventana y el señor que la había atendido estaba bajando de su auto. Salio, el viejo le entrego las llaves y ella subió al coche aun con la mente en otra parte.
Tomo su móvil y marco al numero de su novio, le contesto la grabadora. Colgó.
- ¿Donde estarás Joaquin? - se pregunto mientras conducía de regreso a su casa.
Tomo su móvil y marco al numero de su novio, le contesto la grabadora. Colgó.
- ¿Donde estarás Joaquin? - se pregunto mientras conducía de regreso a su casa.